Vamos a llorar ahora tú y yo juntos,
Alforjas para la lectura
Espacio dedicado a la didáctica de la lectura en la etapa de Enseñanza Secundaria.
lunes, 21 de noviembre de 2011
Otro relincho
Vamos a llorar ahora tú y yo juntos,
sábado, 6 de marzo de 2010
Nanas de la Cebolla
Nanas de la cebolla
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Resuelta en luna
se derrama, hilo a hilo,
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa
ríete mucho,
que es la risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto,
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus ojos
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
CANCIÓN ÚLTIMA
Canción última
Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave
Dejadme la esperanza.
miércoles, 3 de junio de 2009
La calle y la esperanza
Allí, envolviendo a los cuatro, estaba el viejo barrio donde todas las cosas eran verdad, aunque no sea siempre grata. Estaba, ante todo, la pequeña patria: Vázquez Montalbán dijo una vez que la verdadera patria está en la pared sobre la cual has orinado de niño. Estaba también la realidad de los días, la de los hombres que no tenían derecho a un futuro y, peor aún, la de las mujeres que no tenían ni derecho a un pasado. Estaba el mercado de libros viejos de Sant Antoni, que era otra entrañable fábrica de sueños, aunque muchos de ellos ya nacieran muertos. Estaba el decrépito cine Rondas, donde con la entrada los futuros escritores compraban el derecho a imaginar un mundo mejor, o al menos otro posible. Estaba la única moneda con la que los escritores podían comprar su mundo futuro: hecha con pedacitos de esperanza.
Maruja Torres, además del Planeta, ha ganado el Nadal, o sea, ha ido ahorrando una a una las monedas necesarias para comprar la fe en sí misma. Maruja las ha necesitado porque nadie le ha regalado nada. La infancia no le dio más que una calle recta, una ventana gris y una mirada que, sin embargo, taladraba el aire. La juventud no le regaló más que una belleza directa y agresiva y una serie de empleos subalternos no ya de mileurista sino de milpesetista. Esa juventud y esos empleos la hicieron ser convenientemente acosada por los poderosos fácticos. Maruja fue allí auténtica pionera en la defensa de la mujer, su verdad, su lucha y su independencia.
Fue pionera también en el periodismo sufrido, el de la calle y sus verdades, el de las empresas que no se sabría si tendrían dinero para pagar a fin de mes. Fabricó para sí misma un lenguaje directo, valiente, y logró -porque era el lenguaje de la verdad- que lo entendieran y amaran millones de lectores. Maruja, al condenarse a la soledad de la escritura, ha renunciado a muchas cosas, excepto a su autenticidad y su mirada que sigue taladrando el aire.
Hace muchos años, cuando el Nadal se daba en el Café Suizo y apenas reunía a 20 personas, un escritor-niño de 19 años se encontró tal noche como la de ayer con Josep Pla, quien le preguntó con su estilo socarrón: "¿Qué, joven? ¿Se presenta hacia la gloria?". Por supuesto, el jovencito no consiguió gloria alguna, pero si hoy Pla viviera le diría a Maruja en el viejo café, sin interrogante alguno: "Hacia la gloria".
FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA . El País, 07/01/2009
sábado, 23 de mayo de 2009
Desde la otra orilla
Táctica y estrategia
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.
Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.
Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.
Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.
Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.
Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
lunes, 16 de marzo de 2009
La Colmena
-El padre de Navarrete, que era amigo del General Don Miguel Primo de Rivera, lo fue a ver, se plantó de rodillas y le dijo: mi general, indulte usted a mi hijo, por amor de Dios; y Don Miguel, aunque tenía un corazón de oro, le respondió: Me es imposible amigo Navarrete; su hijo tiene que expiar sus culpas en el garrote.
¡Qué tíos! –piensa-, ¡hay que tener riñones! Doña Rosa tiene la cara llena de manchas, parece que está siempre mudando la piel como un lagarto. Cuando está pensativa, se distrae y saca virutas de la cara, largas a veces como tiras de serpentinas. Después vuelve a la realidad y se pasea otra vez, para arriba y par abajo, sonriendo a los clientes a los que odia en el fondo, con sus dientecillos renegridos, llenos de basura.
Camilo José Cela. La Colmena
lunes, 9 de marzo de 2009
Consejos Inútiles
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.